sábado, 13 de junio de 2015

IDIOMA (IV) DELEITE

Más de "shu fa". Mientras estoy en clase en esta asignatura, aparte de entender un equis por ciento, yo cumplo con mi cometido y hago los deberes encomendados, confucianamente. Y me río. Sí, me río a menudo. Yo conmigo mismo. Porque todo esto tiene un punto de surrealismo. O, para ser más serios, lo puedes ver como si tuviera un punto de surrealismo. Eso.  Vuelvo al trazo. A la inclinación adecuada de la rayita que diríamos nosotros. La presión del lápiz. Un trazo de un centímetro, y al comienzo del trazo, de ese centimetrito, debe verse que has presionado más el lápiz para que, al final, presionándolo menos, el dichoso trazo acabe como en una estela, no abruptamente. Si esto se entiende, bien. En caso contrario no pasa nada.  Son cosas de chinos. De verdad. Cosas, serias, de chinos. Lo digo con todo el respeto. Pero lo quiero ver en sus ojos. Quiero ver a través de esos ojos rasgados qué ven ellos. 

Y ¿con rotulador o boli, lo mismo? 

Un día esta buena señora se sentó a mi vera mientras yo me ejercitaba con la angulación y presión correspondientes en unos ejercicios que tenía que trabajar y se puso a escribir con un rotuladorcillo, dale que te pego, en una hoja y no paró hasta que llenó todo el folio. Eran unas filigranas, en vertical y de derecha a izquierda completamente ininteligibles para mí pero, he de reconocer, de una singular belleza. Tanto es así que le saqué una foto al texto en cuestión y se lo pedí para llevármelo como recuerdo. Que no y que no. ¡Que sí mujer, que me gusta mucho! Que no y que no. Que aquello no era nada hermoso como para que me lo llevara conmigo. Que ella cuando se pone lo hace mucho mejor, que aquello  había sido un simple pasatiempo. Bueno, bueno. Así será. En fin. 

Transcurre una semana y toca otra vez "shu fa". Allí estaba yo con mis deberes hechos. Me los corrigió. Aquí más presión. Allí más largo. Aquí menos... El centímetro da para mucho. En estas que se sienta esta vez también a mi vera, saca su estuche y de él una pluma estilográfica que tenía la punta achatada y se veía que era con la que ella disfrutaba escribiendo. ¡Es que disfrutan! ¡Y cómo! Al igual que la semana anterior, sin levantar la cabeza, en quince minutos escribió/dibujó un texto verdaderamente precioso. La pluma volaba dejando unos trazos que eran más que sílabas o letras. La profesora se regodeaba ¡ya lo creo! con su escritura. Se deleitaba, a las claras, fuera lo que fuese el contenido del texto. Este sí. Este me lo dió, orgullosa ella, para llevármelo a casa. 

Lo que la pluma estilográfica plasma en el papel es lo más parecido a lo que los pinceles chinos dibujan de las manos de los maestros calígrafos. Aquí sí que se aprecian la presión, curvatura, angulación, estela... que hace que lo escrito sea algo más que una palabra. Mucho más, por lo visto. 






1 comentario:

  1. Qué bueno es disfrutar con lo que se hace. Cuando eso ocurre, se nota en la cara, en los ojos -rasgados o no- y en el resultado final. El disfrute sentido durante la ejecución de lo que se tiene entre manos se transfiere, de forma mágica y especial, al fruto de ese trabajo.
    Por lo que cuentas, a la profesora de shu fa le pasa eso, igual que a otras les pasa con el cine, a otros con el ordenador y a otros bailando. Esta claro que lo importante es pasarlo bien, hagas lo que hagas.

    Que disfrutes con tu experiencia china!!!!
    A.

    ResponderEliminar